dilluns, 27 de juliol del 2015

Las especies invasoras causan el declive de las comunidades acuáticas


El cangrejo rojo (Procambarus clarkii), el lucio europeo (Esox lucius) o el perca sol (Lepomis gibbosus) son algunas de las especies que han sido introducidas en las aguas españolas. Las invasiones biológicas de este tipo provocan una reducción de la abundancia y diversidad de especies acuáticas. Un equipo de científicos españoles ha valorado el impacto de estas especies que afecta sobre todo a los peces, el zooplancton y las plantas acuáticas.

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Cangrejo rojo de las marismas, una de las especies invasoras muestreadas en el estudio. / Miguel Clavero
La introducción de especies invasoras en medios acuáticos desencadena importantes cambios que se propagan a través de la cadena alimentaria y causan una reducción de la abundancia y diversidad de especies.
“Filtradores como el mejillón cebra reducen la cantidad de algas y por tanto la disponibilidad de alimento", dice Gallardo
Esto es lo que constata un estudio realizado por investigadores de la Estación Biológica de Doñana, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que se ha publicado en la revista Global Change Biology.
“Las introducción de peces depredadores como el alburno o el rutilo en embalses españoles, por ejemplo, causan el declive de poblaciones de zooplancton, lo que a su vez favorece aumentos explosivos de fitoplancton, que se ve libre de sus depredadores habituales”, explica Belinda Gallardo, investigadora en Doñana.
“Filtradores como el mejillón cebra, establecido en cuencas de la península ibérica, reducen la cantidad de algas y por tanto la disponibilidad de alimento para niveles superiores de la cadena alimentaria, como pequeños crustáceos y peces”, añade la experta.
Interacciones directas o cambios en el hábitat
El trabajo recoge información sobre diferentes tipos de organismos invasores, comunidades acuáticas residentes y hábitats. Los impactos de las especies invasoras se deben tanto a interacciones directas con las poblaciones nativas como a cambios en las condiciones del hábitat.
“Esta revisión supone un importante paso adelante para desentrañar los complejos impactos derivados de las invasiones biológicas”, indica la investigadora.
El estudio integra resultados de centenares de estudios previos e identifica el impacto negativo a gran escala que las especies invasoras ejercen sobre la abundancia de comunidades nativas, en especial de plantas acuáticas, zooplancton y peces.
El perca sol, una especie invasora. / Miguel Clavero
El perca sol, una especie invasora. / Miguel Clavero
“Sin embargo, los resultados son menos claros cuando se analiza la diversidad de especies”, indica Gallardo. “La introducción de especies invasoras puede desencadenar desajustes en los ecosistemas que pueden tardar mucho en traducirse en cambios en la diversidad de especies”, apunta.
“Todo parece indicar que alteraciones como la introducción de especies provocarán extinciones que aún no somos capaces de detectar”, subraya la experta.
Dime lo que comes y te diré tu impacto
Uno de los aspectos novedosos del trabajo es la relación entre el tipo de alimentación del organismo invasor y sus impactos. Plantas invasoras como el carrizo o algas como la caulerpa son capaces de modificar las condiciones hidrodinámicas de su entorno.
La introducción de predadores conlleva la disminución drástica de sus presas
La introducción de herbívoros como el caracol manzana o de omnívoros como el cangrejo rojo de las marismas causa pérdidas masivas de cobertura vegetal. Finalmente, la introducción de predadores conlleva la disminución drástica de sus presas.
“Este efecto es especialmente notable allí donde no existían depredadores similares a los introducidos, ante los que las comunidades nativas no saben cómo refugiarse o defenderse”, comenta la científica.
Los autores proponen un marco conceptual de impactos en la cadena alimentaria que puede ser de gran ayuda tanto para el desarrollo de hipótesis, como para los gestores del medioambiente, de cara a priorizar la gestión de especies cuyos impactos se propagan a lo largo de múltiples eslabones de la cadena alimentaria.
Referencia bibliográfica:
Gallardo, B., M. Clavero, M. I. Sanchez & M. Vilà“Global ecological impacts of invasive species in aquatic ecosystems”. Global Change Biology. DOI: 10.1111/gcb.13004

Los efectos de los retardantes de llama persisten diez años tras los incendios


Los retardantes de llama son productos que se utilizan para la extinción de los incendios porque potencian los efectos del agua. Comenzaron a emplearse en EE UU en los años 30 y tienen un uso cada vez más generalizado en todo el mundo. Tras analizar el impactos de tres de los retardantes más utilizados en España en los suelos y las plantas de Galicia, investigadores españoles revelan que sus efectos se mantienen a largo plazo.

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Paisaje quemado y los equipos de extinción en la zona de Pontevedra. / Contando Estrelas
Galicia es una de las regiones españolas que más afectada se ve por los incendios forestales durante el verano. Para combatirlos, se utilizan principlamente tres retardantes de llama: polifosfato amónico, agente espumante y polímero de acrilamida.
Los retardantes influyen en parámetros como la calidad y fertilidad del suelo o en el contenido en minerales de especies vegetales
Ahora, investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), publica en Science of The Total Environment los resultados del impacto de estos productos en los ecosistemas gallegos tras diez años de lucha contra el fuego.
El estudio, que se inició en el 2002, es el más exhaustivo y a más largo plazo a nivel mundial acerca de las consecuencias que tienen estos productos sobre el suelo y las plantas.
Los resultados revelan que el efecto de los retardantes se mantiene a largo plazo, influyendo en parámetros como la calidad y fertilidad del suelo o en el contenido en minerales de especies vegetales, entre las que figuran determinados tipos de tojos, pinos y brezos.
Una quema experimental
Para llegar a estas conclusiones, los científicos del CSIC utilizaron como zona de estudio Tomiño (Pontevedra), donde se extinguió una quema experimental en 2003 con polifosfato amónico, agente espumante y polímero de acrilamida.
Según los investigadores, para la prueba se tomaron las debidas precauciones ambientales, seleccionando un área de bajo interés ecológico, quemando solo la superficie imprescindible –unas 20 parcelas de 500 m2 en total– y evitando la temporada de cría de la fauna silvestre.
Tras la quema, se recogieron periódicamente más de 140 muestras de suelos y otras 200 de seis especies vegetales
Tras la quema, se recogieron periódicamente más de 140 muestras de suelos y otras 200 de seis especies vegetales (Pinus pinasterErica umbellataGenista triacanthosPterospatum tridentatumUlex micranthus,Ulex europaeus) que, posteriormente, se analizaron en los laboratorios del CSIC.
Evolución de su impacto tras uno, cinco y diez años
En 2002 el grupo de Bioquímica y Calidad de Suelos del CSIC diseñó una investigación para estudiar a corto, medio y largo plazo los efectos de los retardantes de llama tanto en el suelo como en los nutrientes de las plantas y en la regeneración y crecimiento del matorral y pinos en una zona de Galicia.
Desde ese año, los investigadores iniciaron el trabajo, que se ha desarrollado en este tiempo en el marco de dos proyectos de investigación. “Sabíamos que los incendios forestales tienen efectos sobre las características físicoquímicas del suelo, la materia orgánica y los nutrientes, los microorganismos y la vegetación”, explica Serafín González Prieto, científico del CSIC.
“A raíz del empleo frecuente de los retardantes en la extinción, se hizo necesario, además, conocer con el mayor detalle posible y a diferentes intervalos de tiempo su toxicidad e impacto ecológico”, señala González.
 “El espumante era el retardante que menos impacto tenía en el suelo y la vegetación", dice el experto
El polifosfato amónico, tóxico para la germinación de las plantas
A corto plazo, los científicos observaron que el polifosfato amónico aumentaba la concentración de fósforo y amonio hasta niveles tóxicos para la germinación de las plantas.
En el medio plazo, cinco años después de iniciarse el estudio, “el espumante era el retardante que menos impacto tenía en el suelo y la vegetación, el polímero de acrilamida provocaba una mayor mortandad en pinos y el polifosfato amónico tenía efectos fertilizantes en el suelo y efectos negativos sobre las especies de matorral”, indica el experto.
Con la publicación del último artículo en Science of The Total Environment, los científicos dan por concluido, por el momento, la investigación iniciada en 2002.
“Ahora ya conocemos los efectos de estos productos a largo plazo, donde cabe destacar que su impacto persiste en el polifosfato amónico y no es muy destacable en el caso del espumante y el polímero de acrilamida”, concluye Serafín González.
Referencias bibliográficas:
Fernández Fernández, M.; Gómez Reu, MX.; González Prieto, SJ. 2015. “Effects of fire and three fire-fighting chemicals on main soil properties, plant nutrient content and vegetation growth and cover after 10 years”.Science of the Total Environment, 515-516: 92-100.
Couto Vázquez, A.; García Marco, S.; González Prieto, SJ. 2011. “Long-term effects of fire and three firefighting chemicals on a soil-plant system”. International Journal of Wildland Fire, 20, 856-865.
García Marco, S.; González Prieto, SJ. 2008. “Short- and medium-term effects of fire and fire-fighting chemicals on soil micronutrient availability”. Science of the Total Environment, 407: 297-303.

El cerebro moldea la forma del cráneo pero no la extensión de los huesos


Un estudio internacional, dirigido por el paleoneurólogo Emiliano Bruner del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana, recoge las relaciones entre craneología funcional y áreas parietales y establece que el cerebro moldea la forma del cráneo, pero no tanto la extensión de sus huesos. Según el equipo de investigación, a lo largo del desarrollo craneal los lóbulos parietales se "mueven" bajo los huesos de forma independiente.

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A pesar de existir cierta correlación entre la forma de los lóbulos y de los huesos del cráneo, como pone de manifiesto la curvatura de la bóveda y las huellas de los surcos cerebrales, sus respectivos confines son más independientes. / Bruner et al
El investigador Emiliano Bruner, responsable del grupo de Paleoneurología del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH), publica en la revista Journal of Anatomy un estudio sobre las relaciones geométricas entre cráneo y cerebro en humanos adultos, cuyos resultados indican que la correlación entre la extensión de los huesos y de las correspondientes áreas cerebrales es muy baja.
Existe mucha variación de los lóbulos parietales entre individuos, pero esto no influye mucho en los huesos que los protegen
Existe mucha variación de los lóbulos parietales entre individuos, pero esto no influye mucho en los huesos que los protegen. Como explica Bruner, “es como si a lo largo del desarrollo, los lóbulos parietales se 'movieran' bajo los huesos de forma independiente”.
Así que, a pesar de existir cierta correlación entre la forma de los lóbulos y de los huesos, como pone de manifiesto la curvatura de la bóveda y las huellas de los surcos cerebrales, sus respectivos confines son más independientes.
Esta escasa correspondencia entre los límites de los lóbulos cerebrales y de los huesos de la bóveda implica que hay que tener cierta cautela cuando se utilizan los rasgos del cráneo para definir las áreas cerebrales.
“Cautela muy a tener en cuenta, por ejemplo en neurocirugía y, sobre todo, en paleoneurología, donde la forma cerebral se tiene que inferir partiendo únicamente del conocimiento de la anatomía de los huesos fósiles”, afirma el investigador.
Este estudio sobre neuroanatomía evolutiva y áreas parietales se ha llevado a cabo gracias a una colaboración con el departamento de Ingeniería Mecánica de la Universidad de Keio (Japón).
Referencia bibliográfica:
Emiliano Bruner et al. "The brain and the braincase: a spatial analysis on the midsagittal profile in adult humans"Journal of Anatomy 21 de julio de 2015 DOI: 10.1111/joa.12355

Las orexinas intervienen en la regulación del miedo y la ansiedad


Un trabajo liderado por investigadores de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona identifica el papel de las orexinas en los trastornos de ansiedad. Las orexinas están críticamente involucradas en los mecanismos neurales que intervienen en la formación de la memoria emocional en situaciones de miedo.

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La desregulación del sistema de las orexinas contribuye a enfermedades asociadas con la ansiedad generalizada. / Trends in Neurosciences
La comprensión de los mecanismos neurobiológicos implicados en la regulación del miedo es esencial para el desarrollo de nuevos tratamientos en los trastornos de ansiedad como fobias, pánico y trastornos de estrés postraumático.
Las orexinas, también conocidas como hipocretinas, son neuropéptidos ubicados exclusivamente en las neuronas hipotalámicas que tienen extensas proyecciones a lo largo del sistema nervioso central. Aunque este sistema se creía inicialmente involucrado principalmente en la regulación del comportamiento alimentario, estudios recientes han demostrado que las orexinas también modulan los circuitos neuronales implicados en la expresión y la extinción de los recuerdos del miedo.
En un trabajo publicado recientemente por investigadores del Laboratorio de Neurofarmacología en Trends in Neurosciences se exponen los hallazgos más recientes sobre la implicación del sistema de las orexinas en los trastornos de ansiedad, y los resultados de los ensayos clínicos en los que se han empleado estas moléculas para identificar nuevos tratamientos para enfermedades en las que los sujetos experimentan un miedo patológico.
Esta es una línea que forma parte de la investigación doctoral realizada por África Flores, primera firmante del artículo, y que está llevando a cabo junto con Rocío Saravia y Fernando Berrendero, este último investigador principal del estudio, todos ellos miembros del laboratorio de Neurofarmacología que dirige Rafael Maldonado en el Departamento de Ciencias Experimentales y de la Salud de la Universitat Pompeu Fabra (UPF).
Modulan los recuerdos aversivos
La comprensión de los mecanismos neurobiológicos implicados en la regulación del miedo es esencial para el desarrollo de nuevos tratamientos en los trastornos de ansiedad
Las orexinas están críticamente involucradas en los mecanismos neurales que intervienen en la formación de la memoria emocional en situaciones de miedo. Una vez adquirido el temor, en el proceso fisiológico normal, las neuronas de orexina preservan el miedo.
El proceso se regula a través de un mecanismo que involucra directamente el receptor orexina OX1R, tal y como se demuestra cuando a través de un antagonista o sustancia que compite con el receptor de la orexina se comprueba que se acelera la extinción de los recuerdos aversivos.
En ausencia de estrés, las orexinas son esenciales en el mantenimiento de los estados de vigilia y de alerta. En situaciones de estrés, son las responsables de la movilización adaptativa al estrés que manifiestan los comportamientos asociados a situaciones de ansiedad, entre otros.
Los últimos estudios indican que la desregulación del sistema de las orexinas contribuye a enfermedades asociadas con la ansiedad generalizada o con problemas de procesamiento del miedo, como fobias, trastorno de pánico y de estrés postraumático. Todo parece indicar que las orexinas, a través de la activación de OX1R, están predominantemente involucradas en estas condiciones fisiopatológicas.
Asociadas con estados de ansiedad agudos
Los datos preclínicos han demostrado que bloqueando la acción de las orexinas se afecta la expresión y los procesos de extinción de la memoria, se reducen los episodios de pánico y las respuestas conductuales y cardiorrespiratorias en los sujetos propensos a los ataques de pánico. De acuerdo con estos informes preclínicos, los estudios en humanos han demostrado una asociación entre el aumento de actividad del sistema de orexina y estados de ansiedad agudos.
Además, varios ensayos clínicos han validado la eficacia y seguridad de algunos antagonistas duales OXR, principalmente en el tratamiento del insomnio. Aunque la eficacia de los antagonistas OXR para el tratamiento de la ansiedad no ha sido todavía evaluada en seres humanos, su eficacia preclínica en modelos animales de ansiedad sugiere la posibilidad de diseñar nuevos ensayos clínicos para estudiar estas patologías.
Como concluye Berrendero, “estos ensayos clínicos abren nuevas y prometedoras perspectivas terapéuticas para las orexinas, unas moléculas con pocos efectos secundarios importantes, siempre y cuando se utilicen en una dosis adecuada”.
Referencia bibliográfica:
África Flores, Rocio Saravia, Rafael Maldonado, Fernando Berrendero (2015), "Orexina and fear: implicaciones for the treatment of anxiety disorders ", Trends in Neurosciences, 24 de julio, doi:10.1016/j.tins.2015.06.005.http://www.agenciasinc.es/Noticias/Las-orexinas-intervienen-en-la-regulacion-del-miedo-y-la-ansiedad

dimecres, 22 de juliol del 2015

Investigadores del IEO utilizan parásitos como 

indicadores naturales de la ecología de peces


Tres estudios publicados recientemente permiten conocer la historia evolutiva, las migraciones o la dieta de algunos peces pelágicos del Mar Mediterráneo
Didymozoon auxis, parasito de la melva Auxis rochei del Mediterráneo occidental. Foto: Salvatore Mele (Università di Sassari)
Didymozoon auxis, parasito de la melva, Auxis rochei, del Mediterráneo occidental. Foto: Salvatore Mele (Università di Sassari)
Científicos del Instituto Español de Oceanografía (IEO) y las universidades de Valencia, Málaga, Cagliari, Sassari y Estambul han publicado recientemente tres trabajos sobre el uso de los parásitos como marcadores naturales de la biología y ecología de peces de interés comercial. Estos innovadores estudios han permitido conocer la historia evolutiva de la caballa y tres de sus parientes, mejorar los conocimientos sobre las migraciones del atún rojo en el Mediterráneo o saber algo más acerca de la dieta de la melva.
Una de las líneas de investigación desarrolladas por el Instituto Español de Oceanografía (IEO) es la del estudio de las migraciones de los organismos marinos y sus relaciones tróficas, tanto en el Océano Atlántico como en el Mar Mediterráneo, ya que el conocimiento sobre estos aspectos de la ecología de las especies es crucial para la correcta evaluación de los recursos pesqueros y, por tanto, para su explotación responsable.
En este contexto, desde 2008, un equipo de investigación formado por parasitólogos, veterinarios e ictiólogos de los centros oceanográficos de Baleares, Málaga, Murcia y Santander del IEO, el Instituto Cavanilles de Biología y Biología Evolutiva del Universidad de Valencia y de las Universidades de Cagliari y Sassari (Cerdeña, Italia), Estambul (Turquía) y Málaga llevan a cabo estudios innovadores sobre el uso de los parásitos como marcadores naturales de la biología y ecología de peces de interés comercial. Estos estudios se han llevado a cabo dentro del marco de diversos proyectos de investigación (GPM12-13, PARATUN AGL2010-20892, ALMATUN, Master and Back 2012-2013 PRR-MAB-A2013-17 605)
La base conceptual de estas técnicas es que en determinadas fases de su ciclo vital los parásitos, cuya distribución espacio-temporal puede ser conocida, se incorporan a los hospedadores y no los abandonan hasta completar su ciclo vital, y por ello constituyen marcas biológicas que permiten deducir información sobre la ecología de la especie infectada. Por ejemplo, una de las aplicaciones de las marcas biológicas es la posibilidad de diferenciar especies hospedadoras con características morfológicas y hábitos similares y reconstruir su historia evolutiva.
En este sentido, en 2014 este equipo publicó en la revista Acta parasitologica [1] un estudio sobre la fauna parasitaria de Scomber colias, un pez que vive en el Atlántico y Mediterráneo, comparándola con los datos parasitológicos de las otras tres especies pertenecientes al género Scomber (S. australasicus y S. japonicusdel Indo-pacífico y S. scombrus del Atlántico septentrional). Ello evidenció una estricta relación entre los conjuntos de parásitos característicos de cada especie y la distribución geográfica de las mismas, lo que a su vez permitió mejorar el conocimiento de la historia evolutiva del género.
Así, del análisis de los parásitos de las branquias (monogeneos mazocraeidos) los autores determinaron que la fauna parasitaria de S.colias es más parecida a la de S. australasicus que a la de S. scombrus, a pesar que las dos primeras especies viven en diferentes océanos, mientras que la primera y la última comparten el hábitat. De ello se dedujo que a lo largo del camino evolutivo el ancestro del género Scomber se separó en primer lugar en dos grandes poblaciones: S. scombrus, distribuida actualmente en el Atlántico norte, y el precursor de las otras tres especies, que después migró y se estableció en diferentes áreas del Índico, Pacífico y sur Atlántico, generando S. australasicusS. japonicus y S. colias, respectivamente.
Otra utilidad de las marcas biológicas es aportar elementos para el estudio de las redes tróficas que complementan a los que se pueden obtener del análisis directo de las presas presentes en los estómagos, ya que éstas se degradan rápidamente dificultando su identificación, mientras que los parásitos que infectan al hospedador mediante la ingestión de determinadas especies de presas, que actúan como hospedador intermediario, permanecen largo tiempo en el hospedador, y por tanto su detección en el mismo implica que éste se alimentó en algún momento del hospedador intermediario, aunque este último no haya sido detectado en los contenidos estomacales.
En esta línea, el equipo realizó un estudio sobre los parásitos de la cabeza de la melva Auxis rochei del Mediterráneo occidental, publicado en la revista Journal of Helminthology en 2014 [2]. En el marco de este trabajo se identificaron siete especies parásitos, algunos de los cuales pertenecían a la familia Didymozoidae (parásitos trematodos que infectan el hospedador por medio de la ingestión de ciertas presas), cuyos niveles de infección variaban significativamente con la talla del hospedador. Esas diferencias pudieron ser atribuidas a variaciones en la dieta y/o a cambios de hábitat en función de la talla, lo que contribuyó a un mejor conocimiento de la biología y ecología de esta especie hospedadora.
Finalmente, el estudio de las marcas biológicas puede facilitar información sobre las migraciones del hospedador, ya que algunos hospedadores pueden entrar en contacto con un parásito exclusivamente en determinadas localidades, de manera que hallar peces infectados fuera de dichas áreas evidencia determinadas pautas de migración. En esta línea, el equipo publicó en 2014 en la revista Folia Parasitologica un trabajo sobre los parásitos de las branquias del atún rojo (Thunnus thynnus) del stock Este, que se reproduce en el Mediterráneo [3].
La abundancia de las once especies de parásitos que se encontraron difería según la talla del hospedador y su área de captura, indicando que las distintas localidades de muestreo consideradas forman unidades discretas. La fauna parasitaria de los grandes atunes muestreados en el Mar de Cerdeña resultó la más diversa, debido a la presencia de tres especies no encontradas en ningún otro lugar. Este hecho y las diferencias de prevalencia de algunos parásitos sugieren que la población de los atunes de gran tamaño del Mediterráneo occidental está formada por ejemplares residentes en el Mar Mediterráneo y otros recién llegados desde el Océano Atlántico.
Del conjunto de estos estudios se puede concluir que el uso de los parásitos como marcas biológicas ofrece una amplia variedad de aplicaciones potenciales, siendo relevante para el conocimiento de la biología, ecología y pautas migratorias de distintas especies piscícolas explotadas, contribuyendo por tanto a optimizar sus sistemas de gestión.
"Por ello, los estudios parasitológicos constituyen una alternativa o complemento a las campañas de marcado convencional o electrónico, que ofrecen resultados similares pero a un coste significativamente mayor. A pesar de ello, la información sobre las distintas especies de ictioparásitos y su ciclo biológico sigue siendo escasa, por lo que sería conveniente promover los estudios que permitan profundizar en su conocimiento y así obtener resultados cada vez más fiables", concluye Salvatore Mele, autor principal de dos de los estudios y coautor del tercero.
Referencias bibliográficas:
  • 1. Mele S., Pennino M.G., Piras M.C., Bellido J.M., Garippa G., Merella P. (2014). Parasite of the head of Scomber colias (Osteichthyes: Scombridae) from the western Mediterranean Sea. Acta Parasitologica 59:173-183.
  • 2. Mele S., Saber S, Gómez-Vives M.J., Garippa G., Alemany F., Macías D., Merella P. (2014). Metazoan parasites in the head region of the bullet tuna Auxis rochei (Osteichthyes: Scombridae) from the western Mediterranean Sea. Journal of Helminthology (in press).
  • 3. Culurgioni J., Mele S., Merella P., Addis P., Figus V., Cau A., Karakulak F.S., Garippa G. (2014). Metazoan gill parasites of the Atlantic bluefin tuna Thunnus thynnus (Linnaeus) (Osteichthyes: Scombridae) from the Mediterranean and their possible use as biological tags. Folia Parasitologica 61:148-156.

dimecres, 15 de juliol del 2015

Identificadas las especies de ungulados norteafricanos en peligro de extinción


Investigadores de la Estación Experimental Zonas Áridas de Almería han clasificado hasta diez tipos de ungulados norteafricanos a partir de muestras no invasivas, es decir, sin necesidad de capturar o inmovilizar al animal. Según los expertos, la identificación de los ejemplares es el primer paso para su conservación. 


Oryx de cuernos de cimitarra en la reserva Fauna de Ferlo Norte (Senegal) /Teresa Abáigar.CSIC.



Hallan moscas que polinizaban plantas sin flores hace 105 millones de años


Cuando se piensa en la polinización, la imagen más común es la de una abeja o una mariposa cubiertas de polen. Pero en el Cretácico, hace entre 145 y 72 millones de años, no existían estos insectos, y la mayoría de los ecosistemas terrestres estaban dominados por plantas sin flores, llamadas gimnospermas. Un equipo de científicos ha hallado en el yacimiento de El Soplao en Cantabria unas moscas atrapadas en ámbar que las polinizaban gracias a su larga trompa muy especializada.

Reconstrucción de una de las especies descubierta en piezas de ámbar del yacimiento de El Soplao (Cantabria). / J. A. Peñas